Es evidente que si hablamos de hayedos, el mas conocido está en la provincia de Madrid,(la joya de la corona) el de Montejo de la Sierra. Pero si pretendemos concertar una visita, habrá que reservar plaza con muuuuuuucho tiempo de antelación sobre todo en época otoñal; por ello existe una visita alternativa a otro hayedo bastante mas desconocido que se encuentra en la otra vertiente de la sierra, en el noroeste de la provincia de Guadalajara, término municipal de Cantalojas este no es otro que el hayedo de la Tejera Negra.
Fué declarado Parque natural en 1978 y con una extensión de 1300 ha. y en 1987 fué ampliado a 1641 ha.
La importancia de este hayedo, no radica en su extensión, sino en la localización, el centro peninsular, pues los hayedos son característicos de las montañas húmedas situadas al norte de estas latitudes.
Existen dos rutas para acceder a este hayedo,aunque lo más aconsejable,es hacer una ruta circular que sería la siguiente;
Salir de Madrid por la N-I hasta el cruce de la N-110 a Riaza y desde aquí a Ayllón.En este bonito pueblo podemos hacer una parada y recorrerlo tranquilamente disfrutando de su plaza y sus iglesias; también hay visitas teatralizadas por el casco antiguo. Seguimos la ruta enlazando con la SG-145 y atravesamos los pueblos de Francos, Estebanvela, Santibáñez de Ayllón y Grado del Pico; poco después veremos una central eólica y nada mas pasarla encontraremos un cruce que nos lleva hacia Cantalojas punto de entrada al hayedo; ya desde el pueblo hay indicadores que nos conducen hasta en centro de interpretación en donde nos apuntarán la matricula del coche que nos permitirá acceder al parking de donde parte la marcha. Ah, una advertencia es aconsejable llamar previamente y reservar plaza para el aparcamiento que está limitado a 150 vehículos, si no es así es preferible ir a partir de las 13 horas. http://www.castillalamancha.es/medioambiente/sp/Contenidos/espaciosnaturales/Default.asp?Opcion=DetalleProtegidos&Ant=Protegidos&Anterior=Espacios%20Protegidos&Registro=5
La ruta habitual denominada "Senda de Carretas"( llamado así porque hasta no hace mucho tiempo circulaban carretas que bajaban el carbón) se hace en 2-3 horas y es un itinerario circular. Comienza en la fuente del parking y va paralela al río Lillas siguiendo las balizas de color blanco; cruzamos el puente sobre un arroyo y giramos a mano izda y comenzamos un leve ascenso entre robles, pero donde ya se empiezan a ver las primeras hayas; al rato nos daremos de frente con la Carbonera; seguimos el camino y volvemos a cruzar el arroyo y desde este instante comienza una dura ascensión bajo las copas de las hayas con algún tejo aislado, hasta llegar hasta llegar a la pradera de Mata Redonda desde donde se divisa una bella panorámica de los alrededores.
En este punto podemos aprovechar para reponer fuerzas. Desde aqui y siguiendo la ruta circular entre robles, hayas y pinos comenzamos la bajada hasta el punto de partida.
Existe otra alternativa de marcha para los mas deportistas, se trata de “La senda del robledal” de 17 kilómetros, de 6 a 7 horas, 300 metros de desnivel y de una dificultad media-alta; en esta marcha en realidad se trata de hacer la aproximación al parking andando.
También, para los que no les guste caminar, hay otra alternativa, llevarse la bicicleta y hacer la ruta circular de 21 kilómetros que parte del Centro de Interpretación.
Por cierto, es importante llevar calzado y vestimenta adecuada para caminar; dejad la chupa de cuero y los zapatos de tacones en casa (no es la primera vez que me encuentro a este tipo de aventureros de fin de semana, jugándose el tipo por trochas demasiado peligrosas). Hay una fuente de agua en el aparcamiento.
La vuelta a Madrid podemos hacerla deshaciendo el camino hasta el cruce, para desde aquí ir a Galve de Sorbe y por la CM-1006 hasta Cogolludo, a partir de aqui o bien al pueblo por Arbancon o bien dirección a Humanes, Guadalajara y ya por la N-II hasta Madrid.
Aunque el otoño es la mejor época para la visita, es un lugar que merece la pena durante todo el año, pues la espectacularidad de sus paisajes, sus ríos, sus montañas, su fauna, su flora y sus pequeños pueblos de arquitectura negra, harán de este recorrido un día inolvidable.
Si las hayas de la sierra Norte de Guadalajara pudieran hablar probablemente lo harían con acento alemán, dice Roberto Anguita, un afamado fotógrafo de la naturaleza. Con esta metáfora explica el origen de este bosque, alrededor de 50 siglos, cuando el contiente europeo sufrió un largo periodo de enfriamiento y las masas boscosas del norte fueron ganando terreno hasta terminar por adueñarse de gran parte de la Península Ibérica.
Y ahí estan esas hayas que hicieron el camino hace tantos siglos y se quedaron afincadas , no por mor de la casualidad, sino porque en el macizo de Ayllón encontraron una “maceta” ideal, en cuanto a características del suelo, y el clima que más les conviene, con lluvia abundante, pues a estos árboles les gusta tener la cabeza mojada y los pies secos. Claro que ya no llueve tanto como antes.
Los técnicos ambientales advierten que los tres vestigios de los hayedos más meridionales de la península ibérica (el hayedo de Montejo, en Madrid, el del puerto de la Quesera, en Segovia, y el de Tejera Negra, en Guadalajara, que es de los tres el de mayor extensión), corren peligro de viabilidad a largo plazo. La advertencia técnica parece increíble en este otoño húmedo que ha puesto mojadas todas las cabezas rojas de las hayas, y las melenas rubias de los robles. Hasta por las chorreras del Parque salta el agua y los regatos del Lillas y el Sorbe tienen este año una dimensión de arroyo con aguas cantarinas. El otoño es la estación en la que el hayedo ofrece su máxima belleza. Suelos ocres y copas amarillentas, alternan su espacio y colorido con pinos de repoblación, tejos solitarios aferrados a las laderas más umbrías, extensos brezales, o los siempre coloridos servales, todo ello salpicado por el rojo fuego de las hayas. Sin embargo, la muda de piel que protagoniza el hayedo no tiene fecha fija, y en cuanto uno se descuida ha caido la hoja, con la paradoja natural de desnudarse cuando llega el frío.
Es imprescindibles realizar reserva en fin de semana para visitar el parque. (Teléfonos de reservas: 630367990 636666138 636981323 638317099).
Fué declarado Parque natural en 1978 y con una extensión de 1300 ha. y en 1987 fué ampliado a 1641 ha.
La importancia de este hayedo, no radica en su extensión, sino en la localización, el centro peninsular, pues los hayedos son característicos de las montañas húmedas situadas al norte de estas latitudes.
Existen dos rutas para acceder a este hayedo,aunque lo más aconsejable,es hacer una ruta circular que sería la siguiente;
Salir de Madrid por la N-I hasta el cruce de la N-110 a Riaza y desde aquí a Ayllón.En este bonito pueblo podemos hacer una parada y recorrerlo tranquilamente disfrutando de su plaza y sus iglesias; también hay visitas teatralizadas por el casco antiguo. Seguimos la ruta enlazando con la SG-145 y atravesamos los pueblos de Francos, Estebanvela, Santibáñez de Ayllón y Grado del Pico; poco después veremos una central eólica y nada mas pasarla encontraremos un cruce que nos lleva hacia Cantalojas punto de entrada al hayedo; ya desde el pueblo hay indicadores que nos conducen hasta en centro de interpretación en donde nos apuntarán la matricula del coche que nos permitirá acceder al parking de donde parte la marcha. Ah, una advertencia es aconsejable llamar previamente y reservar plaza para el aparcamiento que está limitado a 150 vehículos, si no es así es preferible ir a partir de las 13 horas. http://www.castillalamancha.es/medioambiente/sp/Contenidos/espaciosnaturales/Default.asp?Opcion=DetalleProtegidos&Ant=Protegidos&Anterior=Espacios%20Protegidos&Registro=5
La ruta habitual denominada "Senda de Carretas"( llamado así porque hasta no hace mucho tiempo circulaban carretas que bajaban el carbón) se hace en 2-3 horas y es un itinerario circular. Comienza en la fuente del parking y va paralela al río Lillas siguiendo las balizas de color blanco; cruzamos el puente sobre un arroyo y giramos a mano izda y comenzamos un leve ascenso entre robles, pero donde ya se empiezan a ver las primeras hayas; al rato nos daremos de frente con la Carbonera; seguimos el camino y volvemos a cruzar el arroyo y desde este instante comienza una dura ascensión bajo las copas de las hayas con algún tejo aislado, hasta llegar hasta llegar a la pradera de Mata Redonda desde donde se divisa una bella panorámica de los alrededores.
En este punto podemos aprovechar para reponer fuerzas. Desde aqui y siguiendo la ruta circular entre robles, hayas y pinos comenzamos la bajada hasta el punto de partida.
Existe otra alternativa de marcha para los mas deportistas, se trata de “La senda del robledal” de 17 kilómetros, de 6 a 7 horas, 300 metros de desnivel y de una dificultad media-alta; en esta marcha en realidad se trata de hacer la aproximación al parking andando.
También, para los que no les guste caminar, hay otra alternativa, llevarse la bicicleta y hacer la ruta circular de 21 kilómetros que parte del Centro de Interpretación.
Por cierto, es importante llevar calzado y vestimenta adecuada para caminar; dejad la chupa de cuero y los zapatos de tacones en casa (no es la primera vez que me encuentro a este tipo de aventureros de fin de semana, jugándose el tipo por trochas demasiado peligrosas). Hay una fuente de agua en el aparcamiento.
La vuelta a Madrid podemos hacerla deshaciendo el camino hasta el cruce, para desde aquí ir a Galve de Sorbe y por la CM-1006 hasta Cogolludo, a partir de aqui o bien al pueblo por Arbancon o bien dirección a Humanes, Guadalajara y ya por la N-II hasta Madrid.
Aunque el otoño es la mejor época para la visita, es un lugar que merece la pena durante todo el año, pues la espectacularidad de sus paisajes, sus ríos, sus montañas, su fauna, su flora y sus pequeños pueblos de arquitectura negra, harán de este recorrido un día inolvidable.
Si las hayas de la sierra Norte de Guadalajara pudieran hablar probablemente lo harían con acento alemán, dice Roberto Anguita, un afamado fotógrafo de la naturaleza. Con esta metáfora explica el origen de este bosque, alrededor de 50 siglos, cuando el contiente europeo sufrió un largo periodo de enfriamiento y las masas boscosas del norte fueron ganando terreno hasta terminar por adueñarse de gran parte de la Península Ibérica.
Y ahí estan esas hayas que hicieron el camino hace tantos siglos y se quedaron afincadas , no por mor de la casualidad, sino porque en el macizo de Ayllón encontraron una “maceta” ideal, en cuanto a características del suelo, y el clima que más les conviene, con lluvia abundante, pues a estos árboles les gusta tener la cabeza mojada y los pies secos. Claro que ya no llueve tanto como antes.
Los técnicos ambientales advierten que los tres vestigios de los hayedos más meridionales de la península ibérica (el hayedo de Montejo, en Madrid, el del puerto de la Quesera, en Segovia, y el de Tejera Negra, en Guadalajara, que es de los tres el de mayor extensión), corren peligro de viabilidad a largo plazo. La advertencia técnica parece increíble en este otoño húmedo que ha puesto mojadas todas las cabezas rojas de las hayas, y las melenas rubias de los robles. Hasta por las chorreras del Parque salta el agua y los regatos del Lillas y el Sorbe tienen este año una dimensión de arroyo con aguas cantarinas. El otoño es la estación en la que el hayedo ofrece su máxima belleza. Suelos ocres y copas amarillentas, alternan su espacio y colorido con pinos de repoblación, tejos solitarios aferrados a las laderas más umbrías, extensos brezales, o los siempre coloridos servales, todo ello salpicado por el rojo fuego de las hayas. Sin embargo, la muda de piel que protagoniza el hayedo no tiene fecha fija, y en cuanto uno se descuida ha caido la hoja, con la paradoja natural de desnudarse cuando llega el frío.
Es imprescindibles realizar reserva en fin de semana para visitar el parque. (Teléfonos de reservas: 630367990 636666138 636981323 638317099).
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